Alba Carrillo se enfrenta a uno de los veranos más complicados de su vida. La ruptura de David Vallespín, el hombre que le había devuelto la serenidad, le ha dejado tocada y hundida. Nada tiene que ver la imagen despegada que proyecta en televisión con la realidad que confiesa a sus pocos amigos. Tampoco es cierto que, como dijo en el programa Ya es mediodía de Telecinco, fuera ella la que escribiera el punto y final a su idilio. Fue David el que, harto de una convivencia asfixiante, decidió dar un ultimátum que terminó en adiós definitivo.
No es cierto que Vallespín y su madre mantuvieran una relación tan estrecha y casi romántica. Lucia se desgañita en privado y dibuja una personalidad del ingeniero que poco o nada se corresponde con la realidad. Pero hay más. En su reentreé como colaboradora en el espacio de Telecinco también arremetió contra Fonsi Nieto. Negó haber hablado más de la cuenta. Pero Alba miente.
Las graves insinuaciones
En público -pero sobre todo en privado- Alba y su madre han difundido que Fonsi lleva una vida totalmente desordenada. Aducen malos hábitos y le atribuyen prácticas inmorales que condicionarían su vida. No entiendo tanta hilaridad repentina ni esa auto santificación que solo provoca risas y alaridos. No reconozco a esta Alba mojigata que Tura la piedra y esconde la mano. Tal vez tiene miedo a las represalias. Las habrá.
Me cuentan que su desembarco en el programa de Sonsoles Ónega le puede salir caro. Fonsi ha decido ampliar la demanda que ya planteó tras su primera entrevista en Semana. No va a tolerar que sobre él siga pesando la espada de los celos y las traiciones. Ni controla ni ha controlado nunca los movimientos de la maniquí. Solo se preocupa de que su hijo pase el menos tiempo posible con su abuela, el verdadero motivo de desencuentro de Alba con todo aquel que pasa por su vida.
Porque Lucia Pariente no solo ha provocado el deterioro de sus relaciones sentimentales, sino también las sociales, Alba ha ido perdiendo amistades por el camino cansados de sus cambios de humor y, sobre todo, del control exhaustivo de su madre. Alba debería dar un paso al frente y repetir en público lo que cuenta sobre su propia madre en privado. Cuando logre verbalizarlo se liberará. Y será entonces cuando Alba, la dulce muchacha que yo conocí, vuelva a su esencia. Hasta entonces seguirá su descenso hacia esos infiernos de los que tanto habla.