Busca sin orden una solución para librarse de las garras afiladas de la cárcel. Antonio David Flores masculla en soledad mientras su abogado, Iván Hernández, ultima los detalles del escrito de defensa que presentará después de que el juzgado número uno de Alcobendas haya visto indicios de maltrato a Rocío Carrasco. Una decisión fundamentada en informes forenses que arrojan que la hija de Rocío Jurado sufre un estado depresivo que le ha creado, entre otras secuelas, depresión.
Antonio David pretende exculparse de cualquier vinculación con la enfermedad de Rocío. Aduce el paso de los años como evidencia de que el estado psicológico de su ex mujer no ha podido ser motivado por las declaraciones que ha vertido en los últimos veinte años. Entrevistas cargadas de virulencia con las que el ex guardia civil no solo habría mancillado el honor de Rocío, sino que habría llenado sus arcas. Su horizonte es oscuro. Y más desde que Javier Vasallo, abogado de Carrasco, intenta demostrar la supuesta alienación parental acometida por él y que justificaría el doloroso distanciamiento que los hijos en común mantienen con su madre.
¿Cómo está la relación con su hija?
De hecho, todo hace pensar que la relación entre Ro -la hija mayor del ex matrimonio- y su padre empieza a dar evidencias de desgaste. Es cierto que el día del cumpleaños de su progenitor le felicitó enérgicamente pero sus apariciones conjuntas se han reducido notablemente. Este hecho ha permitido que muchos especulen con la posibilidad de que la joven, reconvertida ahora en comercial de productos dietéticos, esté tomando conciencia sobre la situación y haya decidido dar un golpe en la mesa, determinante pero imprevisible.