Isabel Pantoja empezó en el mundo artístico siendo muy joven. Pasan los años y sigue siendo fuente inagotable de noticias. Su vida recuerda en mucho a una novela. Entre días de gloria y de furia ha vivido la tonadillera. La sombra de su bata de cola es alargada. Sin embargo, hay muchas cosas que no se conocen de ella. Te las contamos.
Una actividad que le encanta a Isabel Pantoja es pescar. Se desenvuelve de maravilla con una caña en la mano. El contacto con la naturaleza es algo esencial. De ahí que Cantora siga siendo su refugio preferido. La ciudad es cosa del pasado para ella. Le gusta salir y pasear tranquila por la finca donde vivió los días más felices de su vida junto a Paquirri. También allí se encerró durante un año cuando enviudó.
Si hay algo de lo que se jacta Isabel Pantoja es que si fuera a Supervivientes, ganaría porque está preparada para la vida de náufraga. Sabe pescar, le gusta explorar y se ve muy capaz de encontrar alimento donde parece no lo hay. Por otro lado, hacer fuego no tiene ningún secreto para ella. Además, cuenta con una gran aliada, la resiliencia. Porque mira que en su vida han existido momentos difíciles y todos los ha superado.
Todo sobre Paquirri
La muerte de Paquirri fue algo que marcó un antes y un después en la vida de Isabel. Aunque se ha comentado que estaban a punto de separarse, la intención de la pareja era marcharse a Sudamérica en un viaje de placer y trabajo. Ambos querían aumentar la familia y que Kiko no fuera hijo único. Sin embargo, el destino no les escuchó, y si les escuchó, no les hizo caso. Un toro acabó con el diestro en Pozoblanco y la vida de su mujer fundió a negro.
Desde que enviudara, Isabel arrastra grandes problemas para dormir. De ahí que durante años retrasara al máximo la hora de meterse en la cama por sus problemas para conciliar el sueño. Necesita que le cojan la mano, tener la luz encendida y que alguien permanezca con ella en la habitación. En cierta ocasión, en Barcelona, donde Pantoja estaba actuando, dos amigas fueron a verla y la acompañaron al hotel. Ella pidió que no la dejaran sola hasta que se durmiera. Así lo hicieron, y cuando se iban, la tonadillera salió a la puerta para pedirles que regresaran.
Fobia social
Aunque es foco de atención desde hace años, Isabel no deja de sorprenderse por el interés que causan ciertos aspectos de su vida. En su última estancia en Madrid fue a comprar y unos reporteros se acercaron al vendedor para conocer su opinión. Ciertamente, la acción despertó en ella risas y estupefacción porque lo que había adquirido era carne para comidas y cenas. La situación le parecía inaudita.
Lo cierto es que Pantoja ha desarrollado una fobia debido a tanto interés en su persona. De ahí que tenga tendencia a estar en espacios donde se siente protegida y a salvo de miradas indiscretas. Sus mayores apoyos son su hermano Agustín y su hijo Kiko. Sabe que nunca la traicionarán y eso es vital para ella.
El miedo a las aglomeraciones no es algo nuevo en Isabel. Se empezó a manifestar tras el fallecimiento de su marido. Además de estar un año sin salir de Cantora, aparte de sus más cercanos, no vio a nadie. Fueron días y noches sin poder dormir y apenas comer. Fue su madre quien tuvo que ocuparse de Kiko porque a la tonadillera se le hundió el mundo.
Lo sucedido hizo que la artista se volviera más retraída. Desde siempre, su mundo fue su familia. Aunque ha tenido amistades, no demasiadas. En sus años de juventud, estuvo ocupada haciéndose un hueco en el mundo artístico y apenas tuvo tiempo para el ocio. Y cuando era más feliz, el destino le asestó un golpe durísimo del que jamás ha conseguido recuperarse.
Una abuela ejemplar
Aunque no lo parezca, Isabel siempre ha sido muy confiada con el personal que tenía contratado. De hecho, si varios empleados han sido a la palestra para hablar de ella u otros miembros de su familia, la culpa es suya dado que no tomó las medidas adecuadas. En ningún momento pasó por su cabeza que firmaran contrato de confidencialidad alguno. Se fiaba y punto.
Todo cambió cuando entró en prisión. Habló con su hermano y ambos decidieron que las personas que contrataran rubricaran un acuerdo mediante el cual se comprometían a no desvelar ningún hecho o circunstancia vivido dentro del clan Pantoja. También empezó entonces una selección de amigos. De hecho, los que ayer estaban, hoy ya son historia.
Poco a poco, Isabel va remontando. Está muy volcada en sus nietos. El papel que más le gusta, el de abuela. Su carrera ha pasado a un segundo plano, y más después de lo sucedido con el visado para entrar en Estados Unidos. Y es que todo lo que sepa a su pasado más reciente, ni mentarlo.