Fue emotivo y familiar. Tranquilo pero festivo. El bautizo de Carlota, la hija de Kiko Rivera e Irene Rosales en Castilleja de la Cuesta, sirvió para demostrar que, cualquier tiempo pasado no fue mejor. Habrá exclusiva en la revista Hola por la que Kiko e Irene podrían cobrar cerca de 45.000 euros. Se trata de una cantidad que incluye las fotografías de la ceremonia, los previos del bautizo y la posterior fiesta en el restaurante Traga en el centro de la ciudad.
Me consta que la pareja ha pagado, religiosamente, los casi cien cubiertos del bautizo en el que no faltó ningún detalle. El menú fue de lo más variado, pues a los entrantes de jamón y queso, se unieron: ensaladilla con salsa de piquillo, revuelto de huevos, arroz negro, secreto ibérico con arroz meloso y dulces. Gustó y emocionó la tarta-regalo con la que uno de los invitados quiso obsequiar a la pareja y de la que disfrutaron todos los allí presentes.
No cabe duda de que Isabel se comportó como una abuela entregada. Visiblemente emocionada, no dudó en acercarse a las mesas con su nieta en el regazo. No solo presumía de estar feliz, en uno de los momentos más bonitos de su vida, sino también del gracejo de la pequeña con la que se le veía muy desenvuelta. Simpática, accesible y divertida, Pantoja fue una más en una sala que se rompió cuando un grupo de amigas de Irene quisieron acercar la feria grande de Sevilla a través de bulerías y bailes a los que se unieron el resto de convidados.
Máxima tensión al salir del restaurante
Al término del banquete, Kiko Rivera y sus amigos se desplazaron hasta otro lugar en el que disfrutar del partido de la final de la Copa del Rey. No les acompañó Chabelita aunque, me consta, la relación fue fluida y hubo posado conjunto en iglesia y restaurante. Horas después, el momento de mayor tensión se vivió cuando Isabel abandonó el restaurante. La cantante tuvo miedo a la salida. Me explican que se asustó ante el gentío que se agolpó a la puerta del restaurante. Estaba preocupada porque, en su retina, permanecen grabados momentos en los que, rodeada de una multitud asfixiante, tuvo que enfrentarse a momentos de máxima tensión. Todo mereció la pena para un día que será inolvidable.