No es ningún secreto que en los intramuros de Casa Real se esconden historias para no dormir. Lejos de los jardines de Zarzuela, una madre y una hija comparten un dolor que arrastran hasta nuestros días.
Doña Sofía sintió un enorme ilusión cuando el primer hijo que trajo al mundo se trató de una niña, Elena. Pese a que el príncipe Felipe es el niño de sus ojos, y sobre él llegó a declarar «estoy enamorada de mi hijo», su verdadera debilidad es Elena, con quien comparte una fluida relación y en estos días, algo una situación que las une más que nunca.
5El desamor de madre e hija
Que los Reyes de España hacían vida marital por separado es una realidad que conocíamos todos. En cambio, de un tiempo a esta parte se ha dado por hecho que es oficial. Sobre todo desde el pasado verano, cuando doña Sofía consiguió reunir por primera vez en cuatro años a todos sus nietos en Palma, un momento que la llenó de júbilo y felicidad. Sus ocho nietos son fundamentales en su día a día. A los hijos de Cristina intenta visitarlos en Ginebra cada vez que puede. Es evidente que los cuatro hijos de Urdangarin son las víctimas colaterales de las fechorías de su padre pero son absolutamente inocentes de todo e injustamente tratados en el exilio real y social al que están supeditados.
Mientras que doña Sofía disfrutaba de esos días de agosto en Marivent, su marido, el Rey Juan Carlos, hacía lo propio pero por su cuenta: unas vacaciones de lujo que incluían como destino principal Sanxenxo, Saint-Tropez e Irlanda, donde fue cazado con su entrañable amiga Marta Gayá, a la que en privado (tal y como escuchamos en los audios filtrados) llamaba «my girlf» (= mi novia). Por su parte, hace ya casi once años que la infanta Elena y Jaime de Marichalar tomasen caminos paralelos. Desde aquel entonces, los amores de la hija del Reyes Eméritos han aflorado a su alrededor, sin embargo, ninguno ha gozado de la confirmación oficial. A estas alturas del cuento de Príncipes y Princesas, una Reina y una Infanta viven en la soledad del desamor común.