El Rey Juan Carlos no abdicará nunca jamás. Se morirá en la cama«, afirmó su esposa doña Sofía en unas sorprendentes declaraciones que desde Casa Real aseguraban la tranquilidad de un país que confiaba ciegamente en la figura del entonces jefe del Estado como garantía de seguridad para el bien común.
4Juan Carlos I y Corinna zu Sayn-Wittgenstein
La presencia mediática de Corinna zu Sayn-Wittgenstein fue fundamental en la decisión del rey Juan Carlos. Hasta entonces, ningún medio de comunicación se había atrevido a hablar de las entrañables amigas del jefe del Estado español, máxime cuando su matrimonio con doña Sofía se presumía estable y firme. «¡Cómo me voy a divorciar yo!», comentaba en una de las grabaciones filtradas y publicadas por ‘OKDiario’ hace aproximadamente un año. Recurrir al divorcio era (y es) impensable para una persona con los cimientos tradicionales tan implementados como Juan Carlos de Borbón. La separación (con documentos) para un Rey sí que habría sido un escándalo, no solo a los ojos de España sino también a los ojos de Dios. Eso sí, hacer alguna que otra travesura a espaldas de la reina Sofía no debió verlo tan mal, al menos, según los testimonios y las publicaciones que han arrojado luz a sus desparramadas relaciones extramatrimoniales.
Cuando los medios de comunicación descubrieron que el Rey Juan Carlos se había ausentado de España, en el peor año de la crisis económica, para cazar elefantes en Botsuana y en compañía de la entonces princesa Corinna, se decidió levantar las alfombras de palacio. Un caso evidente de corrupción demostrada dentro de la Familia Real a través de su yerno, una ‘espantá’ ociosa e injustificada sin permiso del Gobierno cuando el paro y la prima de riesgo estaba por las nubes, sumado a la presencia de una entrañable y atractiva amiga hizo que el rey, que iba en quinta marcha, tirase de freno de mano y del oxígeno asegurado de su hijo Felipe, quien hoy al frente de Casa Real, reina con austeridad, transparencia y honestidad.