Ese coche de cristales tintados no llama la atención. Es un Seat Exeo familiar, un modelo bastante corriente, que incluso se utiliza a menudo como taxi. Lo que no es corriente es el pasajero que viaja en el asiento de copiloto. Se trata de un hombre que frisa los 80 años, con el pelo rubio ya plateado y en franco retroceso, ojos azules, y apellido De Borbón y Borbón; nombre, Juan Carlos. Juan Carlos I de España.
De profesión, rey emérito. Realmente un hombre generalmente simpático que tiene arranques de cascarrabias y trata de vivir su jubilación del oficio de rey con la mayor discreción posible.
1El rey Juan Carlos I, de incógnito en un Seat
Sus intentonas por evadir el foco mediático no siempre han surtido efecto. No obstante, el plan urdido, a priori, parece más bien una estrategia de Estado que una idea de paseo a media tarde. Para sus escapadas a hurtadillas, Juan Carlos I prescinde generalmente de los coches de alta gama de que dispone su servicio de seguridad de La Zarzuela, modelos Audi y Mercedes en sus versiones berlina o todoterreno, sobre todo si se mueve por la ciudad de Madrid. Su séquito básico es bastante escueto, aparte de los habituales escoltas (cuya cifra es un secreto de seguridad nacional). El ayudante militar (por protocolo por turnos ejercen un teniente coronel del Ejército de Tierra, otro del Aire y otro de Infantería de Marina o bien un capitán de fragata de la Armada) suele cambiarse por un ayuda de cámara en la agenda privada del Rey don Juan Carlos.
El ayuda de cámara es quien se ocupa de los pormenores cotidianos de un rey, y también quien se suele llevar la mayor ración de cascarrabias de Juan Carlos I. Un hombre al que la leyenda popular atribuye la virtud de campechano (que lo es), pero que siempre ha tenido un genio vivo y directo. Las limitaciones físicas, consecuencia de la edad y las operaciones en el tren inferior, no ayudan a mejorar el carácter del rey emérito. Como dicen con sorna trabajadores de Zarzuela, «ayuda de cámara del rey es un trabajo de alto riesgo».