La reina Letizia disfruta de su condición de consorte, un título que sabía que obtendría cuando conoció a un joven Príncipe Felipe. La realidad es que no estaba preparada para reinar en esos momentos, pero cual ave fénix cogió impulso, ganas y un gran esfuerzo desde el minuto uno para llegar hasta donde quería y, llegado el momento, se le exigiría: la Corona.
Pero, antes de llegar hasta donde hoy está, también tuvo que renunciar a gran parte de su vida pasada. Los sacrificios de Letizia le han llevado a enterrar a la joven periodista que hasta entonces aparecía en televisión para crear a una astuta reina.
5 En su despacho
Una vez las niñas se han marchado empieza su rutina de tareas pendientes. Revisar su agenda o preparar sus estilismos para actos oficiales. Cada salida de la Reina está perfectamente calculada, nada se puede dejar al azar. Siempre ha sido una persona muy metódica, traslada sus aptitudes de periodista a la Casa Real.
Ella misma escribe sus propios discursos. Lo hace con sumo cuidado y con el tiempo necesario, se ha creado un propio estilo más allá de los consejos de su marido. Ella también intenta ayudarle a escribir sus comunicaciones públicas. Son un equipo que se sirve del jefe de la Casa Real para acabar de cuadrar sus escritos.