La ruptura entre Ágatha Ruiz de la Prada y Pedro J. Ramírez tras más de tres décadas de convivencia dejó atónita a la prensa rosa este pasado otoño. Pero ya saben que el dicho dice que un clavo saca a otro clavo, y la diseñadora ha hecho suyo el símil seis meses después de tan traumática ruptura. Abre la revista ‘Rumore’ esta semana con unas fotografías de Ágatha con el reputado y acaudalado psiquiatra Juan Collaut por las calles de Madrid. La nueva pareja no se corta, entre besos y arrumacos, por lo cual la diseñadora de 56 años se repone del abandono de la casa familiar de Pedro J. Ramírez, desde octubre en brazos de la abogada Cruz Sánchez de Lara.
Recuerden que los hijos del pintoresco matrimonio reconocieron el dolor maternal, que tampoco se cortó a la hora de hablar de su mal momento: «En la época de mi madre, que no trabajaba, estas cosas eran durísimas, porque el disgusto duraba treinta años. Pero el trabajo me está ayudando muchísimo. He pasado unos días complicados. Estando allí me enteré de cosas que no me han gustado nada. Estas cosas son muy difíciles. Es como una enfermedad, todo el mundo lo sabe. La suerte que he tenido es que me ha cogido en casa de una íntima amiga, Noemí Sanin, ex embajadora de Colombia en España, en lugar de estar sola en un hotel».
Pedro J. Ramírez se abstuvo de explicar la ruptura, aunque una fotografía compartida en Twitter junto a Cruz evidenció que el periodista quería acallar rumores entre tanto nombre circulando por los mentideros de la Villa y Corte. Federico Jiménez Losantos, compañero de fatigas e íntimo del director de El Español desde hace más de treinta años, sí que quiso explicar su visión sobre el suceso: «Todos pensábamos que podía ser pasajero. Todas las parejas pasan crisis; Ágatha viaja mucho y Pedro J. es como es. Ambos tienen carácter, Pedro J. es un motor diésel y Ágatha es gasolina. Creíamos que era un follón del tipo me voy de casa, y te vas y luego vuelves. Llevan 30 años juntos. Yo me enteré cuando estalla la crisis, que pensábamos que iba a ser pasajera. Que no sé quién es. Pedro J. quiere algo amistoso y rápido. En la negociación, ambos tienen bienes y están casados, de modo que se plantea una situación un tanto más compleja. Pero también los abogados son amigos. No han vuelto porque efectivamente hay otra persona».
La otra persona era y es Cruz Sánchez de Lara, representante de un importante empresario en el accionariado de ‘El Español’. La rumorología apuntó a que la abogada podría perder este trabajo tras trascender su romance con el director y fundador del portal, pero finalmente la sangre no llegó al río y hubo entente y paz para alegría de Pedrojota, alérgico a hablar de sus intimidades desde que tuvo que aguantar «el intento de asesinato civil» (Ramírez dixit) en forma de vídeo sexual hace veinte años. Ágatha soportó y calló estoica entonces, peleando contra viento y marea entre risas y diretes a su espalda. Chapeau por ella, que piensa que no merecía un final tan amargo tras una montaña rusa amorosa que acabó con portazo y maleta de Ramírez, cuya conciencia intentó curar dando manga ancha a posesiones materiales.