En un país supuestamente concienciado como España, en el que la lacra del maltrato al menos ha conllevado una respuesta política y civil, Diego Matamoros pontifica sobre lo divino y lo humano en ‘Supervivientes’, reality-show donde defiende el papel de su hermana Laura. Recuerden que al menos Rafa Mora fue apartado por Telecinco de forma temporal por una agresión nocturna, pero el caso de Diego es incluso más sangrante ya que tiene una condena en firme por agredir a su ex novia Tanit por la cual ha sido condenado a 31 días trabajos comunitarios y una pena de 500 metros de alejamiento sobre la agredida.
El hashtag #FueraDiegoMatamorosdeTV o #YoNoVeoSupervivientes se disparan en Twitter mientras Telecinco calla sobre su tertuliano, condenado por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 6 de Madrid. Eso sí, Diego, reconciliado con su padre para defender a Laura y para defenderse de su ex representante, no se cortaba a la hora de hablar de sucesos de otros personajes televisivos: «Disfruté de un pollo en directo este verano, de un episodio de celos de Gloria Camila. Estaban en una discoteca de Benidorm y Gloria Camila se puso muy celosa cuando una chica se acercó a saludar a Kiko, llegó incluso a cogerle de la camisa a gritos en varias ocasiones».
No habla de su pollo ni del de su padre, también condenado por el mismo tema «por un simple arañazo» (Kiko dixit). No son tiempos para tener a este tipo de personajes en los platós, pero mientras tanto Alba Carrillo decidió mantenerse en el concurso tras el adiós semivoluntario de su madre y Eliad Cohen se dio el piro por una lesión. No sabemos cómo transcurrirá ‘Supervivientes’, pero en Telecinco dan palmas con las orejas por el funcionamiento del concurso, que arrasa jueves tras jueves mientras no deja de generar contenidos con los que nutre magazines y webs.
Mientras Bigote sigue de perfil, labrándose un retiro dorado con el que según Paloma Barrientos podría alejarse de María Teresa Campos, Alba Carrillo sigue dando que hablar con sus particulares formas y una personalidad digna del psicoanálisis, y Laura Matamoros saca de vez en cuando las garras que le provienen del ADN familiar. También choca Juan Miguel, el ex de Karina que según Kiko Hernández guarda en el armario pufos provenientes de sus fallidos negocios y una personalidad alejada del osito de peluche sonriente que exhibe entre simpáticos michelines. Su falta de complejos le granjea simpatías, cosa que no consigue Gloria Camila.
La hija adoptiva de «la más grande» se postulaba como ganadora en los primeros días de concurso, pero su papel se ha difuminado a excepción del pollo montado al alimón con la ex de Feliciano. No le ayuda la siniestra sombra de Kiko, su novio con más ganas de fama que de amor verdadero. Él sigue encantado de conocerse mientras posa como supuesto defensor de una niña que por ahora no tiene enemigos, por sus formas maternales con José Fernando, a excepción del simpar Mariñas. Al menos por ahora…
.
