El lunes Kiko Matamoros acudió a su trabajo cariacontecido, esperando el chaparrón mediático que le iba a llover a su hijo Diego tras ser detenido por un presunto caso de violencia de género contra su ex. Ese día el tertuliano acataba las responsabilidades jurídicas y éticas que podría conllevar una condena contra su hijo: «Si mi hijo hace algo que es incorrecto, feo, lo que sea…, yo soy el primero que públicamente lo desapruebo y lo censuro (…) Está por determinar si mi hijo es culpable o no. Ni avalo ni aplaudo comportamientos de mis hijos que no sean los correctos y vale para todo y para todos. Si mi hijo ha obrado mal, pues tendrá que apechugar con las consecuencias».
Pero ayer martes, tras una vista judicial llena de contradicciones por parte de la acusación, Kiko sabía que era la hora de contraatacar y desviar el tiro. Y lo hizo de diez: «La niña no es mi nieta legalmente, no lo es por voluntad de ella. Por eso la niña no lleva el apellido Matamoros y de hecho lo recordó el sábado en el juzgado. Él piensa que es su hija, pero no tiene derecho legal para verla». Boom. Matamoros interrumpía así el debate sobre el suceso de hace unos días para poner la lupa sobre la joven supuestamente agredida.
«Quiero pensar que es un acto fríamente calculado, él tiene que reclamar su derecho legal aunque se tenga que practicar la prueba de paternidad (…) el día que fui a conocer a la niña la madre no me permitió tenerla ni en brazos». Boom. Dardo sentimental y vuelta a la tortilla.
Ahora será la ex de Diego la que parece ser que tendrá que defenderse. Según Kiko Matamoros, ella tiene discurso suficiente para convertirse en una estrella mediática, quizás estrenándose en el nuevo Sábado Deluxe.
Recuerden que la relación entre padre e hijo no ha sido la idónea en los últimos tiempos. Recuerden que en el último encuentro entre ambos, Kiko Matamoros despreció un abrazo de su hijo, cariacontecido ante tamaño desprecio. Pero a la hora de la verdad, cuando la lluvia se intensifica, el tertuliano de Sálvame siempre ha tenido tiempo y ganas de echarle un capote.
Estos repentinos cambios de actitud, quizás normales entre dos personas que se quieren pese a los choques vitales, ha provocado que algunos quieran ver la sombra del montaje. Porque es indudable que la familia Matamoros ha exprimido desde todos los prismas posibles sus alegrías y penas familiares, no sabemos si con una estrategia subterránea detrás de las cámaras.
Sea como fuere, Diego Matamoros no tendrá más remedio que emprender una nueva vida mediática tras su divorcio laboral con su ex representante y tras digerir, si puede, este desagradable suceso. El sueño de vivir como imagen de diversas marcas de moda se disipa para desgracia de él y de su cariñosa hermana Laura, que también despreció durante mucho tiempo colaboraciones y entrevistas en espacios del corazón con la intención de vivir en la élite mediática.