Atención porque todo lo que os vamos a mostrar ahora son radiografias y/o fotos reales de personas que, en el contexto de un juego o de una simple investigación -llamémoslo así- se han visto atrapadas -nunca mejor dicho- y han tenido que recurrir a profesionales de la medicina y la sanidad para que retiren estos objetos de dentro de sus rectos. Elementos que damos por hecho ellos mismos habían introducido o autorizado a introducir… Esa radiografía pertenece a un abogado que decidió jugar con su móvil de última generación introduciéndolo en su ano… Suponemos que el dichoso aparatito tenía una potente vibración, el resto dejamos que lo imaginéis vosotros… El susto vino cuando, evidentemente, no pudo sacarlo. Tuvieron que pasar a operarlo y cuentan que durante la intervención, el teléfono sonó en varias ocasiones.
Según la información que hemos podido extraer de esta radiografía, lo que se encuentra dentro del ano es una bala que un veterano de guerra utilizó para introducir de nuevo sus hemorroides hacia arriba. Ya lo avisamos, esta lista no es apto para gente con la sensibilidad a flor de piel. A fin de cuentas, se trata de la mucosa recta, por ahí sale todo. El caballero veterano de la Segunda Guerra Mundial debió pensar que la decisión más inteligente era introducirse una bala por el recto, a modo de supositorio, en lugar de acudir al médico y que le mandasen la típica cremita pastosa que alguna vez todos hemos tenido en nuestras manos. Ay, Dios, piensa en mí… Cuando sufras…
Esta fotografía nos ha provocado infinidad de preguntas. Sí, lo que se observa en esta radiografía es una lintera que se encuentra en el interior de un ano. Una imagen realmente dantesca de la que no logramos entender nada. Primero, porque si lo que realmente quería era autocomplacerse podía haber acudido a un sex shop para satisfacer sus deseos más lívidos y, segundo, porque nos parece que la linterna tiene la luz encendida. ¡Sí! Acaso la persona que decidió penetrarse con ella pretendía encontrar un tesoro millonario o tal vez, quería inspeccionar lo que ocurría dentro de sus entrañas. Sea como fuere, lo cierto es que este es uno de los ejemplos más claros de que la gente está muy mal.
Vamos por partes… Una llave. Una llave dentro del ano. Una llave plateada, porque el color es una evidencia que resulta a la luz de la radiografía y que tiene dientes, que por lo general hasta cuando nos las pasamos un poco más fuertes de la cuenta por la mano o por los dedos, suele doler. Está muy claro que a la gente le gusta vivir al límite. ¿Qué estaba pensando exactamente la persona que se introdujo una llave en el recto? No le encontramos ningún sentido, sin embargo, dicen algunos cirujanos que es todo un clásico. Y es que por lo visto las prácticas de introducción de objetos en el recto se dan más a menudo de lo que todos pensamos…
Esta radiografía da mucho juego porque la versión oficial es que alguien se introdujo un salero. Teniendo en cuenta la cantidad de botecitos de especias diferentes que hay en el hipermercado, ¿qué os provoca a vosotros pensar? ¿Os imagináis que el botecito es de pimentón, canela, orégano? ¿Qué sabor os gusta más? A nosotros nos gustaría creer que el bote contiene guindillas o pimienta. Hemos venido a jugar. Y si alguien se ha introducido -o dejado introducir- un bote de algo dentro, es que tiene ganas de riesgo, y una bote de guindillas dentro del culo… ¿Quién da más?
Esta nos parece muy gracioso. Por supuesto que todas y cada una de las radiografías que estamos explicando y desarrollando nos parecen inexplicables pero esta en concreto nos produce mucha risa. ¿Creéis que realmente alguien se introdujo unas gafas gratuitamente por el recto y ya está? ¿Sin más? ¿O sois más de pensar que realmente alguien miope y con gafas introdujo toda su cabeza y que al salir las gafas se quedaron dentro? Si ya has llegado hasta la radiografía número 6, ya no hay vuelta atrás. Tienes que ver las demás porque vas a alucinar con los otros objetos encontrados dentro de un ano humano. Insólito e inaudito.
Hasta donde sabemos, esta radiografía pertenece a un paciente varón. Es decir, alguien -desconocemos su orientación sexual, la verdad- que se encontraba solo en a casa, decidía autocomplacerse con un vibrador XXL. No nos diréis que el tamaño no es impresionante en largo y ancho. El problemón real viene cuando se llega al orgasmo y los músculos se relajan durante un tiempo y después se tensan. El objeto queda atrapado y bueno, no hubo más remedio que acudir al médico de urgencias, quien con suma maestría tuvo que introducir unas pinzas para librarlo de tal monstruosidad. Tremendo. Cuentan los médicos que, por suerte, es el objeto más usual que se queda dentro.
Sorprendentemente, la bombilla es otro de los clásicos objetos que los médicos cirujanos de los hospitales de urgencias dicen haberse encontrado dentro de un ano. Además, de uno de los más recurrentes, es uno de los más delicados porque cuando entra, es cierto que el ano puede estar dilatado y lubricado pero a la hora de salir… el grueso es lo último que sale. Por no hablar del hecho de que el cirujano tenga que intervenir, no solo tiene que extraer el objeto con maestría sino que tiene que hacer todo lo posible para que la bombilla, de vidrio fino, no se rompa dentro. Muchas acróbatas sexuales practican ejercicios con bombillas y llegan a encenderlas. Pero eso sí que ya no sabemos cómo lo hacen. El misterio de la vida.
Bueno, mucha atención a esto porque la imagen es verdaderamente impactante y no deja lugar a la imaginación. Primero, ¿quién tiene un revolver en casa? Segundo, ¿es de verdad o es de juguete? Tercero, lo único que podemos pensar y a la única conclusión que llegamos es que el de la pistola es primo hermano del de la bala, si es que no es el mismo… Así es, señores, todavía hubo alguien que pensó que introducirse una pistola en el orto-que dirían los argentinos- iba a ser un acierto. La pregunta que todavía falta por hacer es… ¿Iría cargada? En fin, el erudito que cometió tal despropósito seguro que no lo vuelve a hacer.
Esta radiografía nos suscita mogollón de comentarios. Según cuentan, es un iPod. No un iPhone, ni un iPad Mini, ni un Mac AirBook de última generación. Es un iPod, con su manzanita mordida y todo. El dueño o dueña de este aparatito tecnológico que se utiliza -en primera instancia- para escuchar música, debe haberse tomado al pie de la letra eso de «llevar la música muy adentro». Vamos más allá, no es que se lo haya tomado en serio, es que se lo ha tomado literal. ¿Qué canción o artista creéis que estaba sonando en el momento en el que el médico estaba extrayéndole el susodicho dispositivo? Sí, es cierto, tenéis toda la razón… Son preguntas morbosas pero… ¿Para qué estamos aquí si no?