Se conocieron, se enamoraron, se prometieron y se casaron. Así narran las crónicas de la época la historia de amor entre don Juan Carlos y doña Sofía. Sin embargo, muy poco de color rosa tiene esta unión, que ha aguantado el paso de los años por el compromiso inquebrantable que la soberana tiene desde su nacimiento con la monarquía. Ella ha sido la sufridora, la que ha aguantado carros y carretas. Mientras tanto, el rey ha hecho de su capa un sayo. Lo ocurrido en Botswana ya sucedió anteriormente. Ambos escapadas tienen nombre de mujer: Corina y Marta. Un día, la reina Sofía, cansada de de las humillaciones de su marido, quiso escapar. Preparó a sus hijos y los cuatro emprendieron camino a Madrás, donde vivían su madre y su hermana…
6Doña Sofía según Pilar Eyre
Mientras vivió Franco, don Juan Carlos moderó su afición por las damas. Sabía que un paso en falso, en este sentido, haría que fuera desplazado de la carrera por la sucesión. Tras la muerte del dictador, el soberano empezó a moverse libremente. Un sábado cualquiera, el rey le dijo a la reina que se iba de caza. A ella le pareció bien. Horas más tarde, la reina le dijo a su madre que cogía a los niños y que se iban a darle una sorpresa al monarca. Al llegar a la finca, doña Sofía descubrió que su esposo estaba acompañado por una mujer. Salió de allí corriendo. Según relató la periodista Pilar Eyre en su libro La soledad de la reina, ese fue el principio del fin. Al regresar a Zarzuela, la soberana tuvo la misma reacción que cualquier otra mujer en su lugar. Se encerró en su habitación y no quiso escuchar las excusas de don Juan Carlos, a quien no permitió la entrada. Posteriormente, viajaría a Madrás para encontrarse con su madre. Allí permaneció diez días y tenía el firme propósito de no regresar. Al final, lograron convencerla, y volvió. Nunca más fue la misma.