Isabel Pantoja impone la ley del silencio a través de leoninos contratos de confidencialidad

Isabel Pantoja ha aprendido la lección y no está dispuesta a que se repita lo que ocurrió con Fosky, Pepi y otros más que estuvieron a su servicio. Y es que aunque tenían contratos de confidencialidad, largaron lo más grande en los medios. Días de furia que la cantante lleva marcados a fuego y no desea vuelvan a repetirse.

En la actualidad, a nivel laboral, el círculo de Pantoja es muy reducido. Para las actuaciones, sigue confiando en Celeste, presidenta de su club de fans, que es quien se ocupa de que su vestuario esté a punto, entre otras funciones. Sin duda, se ha ganado su confianza por su gran discreción. Aunque ha recibido ofertas millonarias, por su mente jamás ha pasado la idea de sentarse en un plató.

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No resulta fácil trabajar para Isabel Pantoja. Tanto ella como su hermano Agustín están pendientes de los teléfonos de sus empleados. Revolotean alrededor si hay llamadas, SMS o whatsapps. No quieren filtraciones. De ahí que hayan encargado contratos de confidencialidad que algunos consideran leoninos. Cláusulas y más cláusulas que, de incumplirse alguna, conllevan fuertes penalizaciones. Nada que ver con el papel mojado de los documentos que en su día firmaron Pepi o Fosky.

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En un plan más familiar, la Pantoja no está contenta con que su hija tenga un blog donde largue asuntos relacionados con el clan. La verdad es que Isa tampoco es que cuente muchas cosas, la mayoría sin importancia. En este caso, y sabiendo que la niña no tiene más oficio y beneficio que ser hija de…, bien podría la tonadillera hacer una excepción. Sin embargo, nada de nada.

Los Pantoja dividen a amigos y familiares en dos grupos: mediáticos y anónimos. Los del primer calificativo no forman parte del núcleo duro y quedan fuera de las reuniones más íntimas. Isabel quiere explayarse a gusto y no se fía ni de su sombra. De hecho, con su sobrina Anabel hay un alejamiento. La sigue queriendo pero no comulga con su decisión de trabajar en Sálvame, de ahí que la prefiera a kilómetros por si algo pudiera escapársele. Mejor pintan las cosas para los anónimos, no es que sean numerosos pero sí leales de pies a cabeza a la artista.

Sin mejoría

Pasan los días e Isabel no observa mejoría en su estado anímico. Le sigue pesando como una losa enfrentarse a la gente. Sus salidas son contadas y cuesta reconocerla. El miedo a que puedan recordarle su pasado más cercano la tiene prisionera. Si antes de Julián Muñoz ya tenía problemas para conciliar el sueño, ni te cuento después de… Otro varapalo fuerte ha sido la muerte de su querido Juan Gabriel. Año nuevo, ¿vida nueva para Pantoja? Quizás, quizás, quizás…