La obsesión de doña Letizia Ortiz por estar siempre perfecta, esconde una tremenda inseguridad. De ahí que haya recurrido a la cirugía plástica para ir transformando su rostro, poco a poco, de manera imperceptible. Es, con el paso de los años y haciendo una retrospectiva de los testimonios gráficos cuando se observa claramente su cambio físico. La belleza natural de la que fuera presentadora de informativos de TVE poco o nada tiene que ver con lo artificial que resulta la belleza de la ahora Reina de España.
Del rostro angelical que tenía en su infancia -cuyos rasgos han sido heredados por sus hijas la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía– nada queda. La Reina fue siempre una niña con bastante encanto personal y con una mirada muy viva. La misma que mantuvo en el tiempo en el que entraba en el salón de los españoles a través de la pequeña pantalla. Es más, durante la primera aparición ante la prensa del 1 de noviembre de 2003, como prometida del Príncipe Felipe, lo hizo con semblante nervioso, y muy tímido, a pesar de encontrarse en su hábitat natural y rodeada de compañeros. Poco a poco, doña Letizia se fue convirtiendo en el centro de atención y protagonista indiscutible, al traer aire fresco a la monarquía. Durante esos primeros años, observamos a una Letizia Ortiz de lo más natural con maquillaje discreto y sin intervenciones quirúrgicas.
Tras su boda con Felipe de Borbón, Letizia Ortiz comienza a usar un maquillaje más marcado, con sombras en los ojos y labios pintados de un color intenso. Cambia con frecuencia de peinado, con la clara intención de ir realizándose retoques estéticos para que pasaran desapercibidos. No es hasta agosto del 2008 -cuatro años después de su bodón- cuando su rostro sufrió un cambio drástico.Tanto, que los los medios se preguntaban quién era la mujer que acompañaba al Príncipe.
La Reina lució un rostro nuevo, evidentemente retocado, con sus facciones dulcificadas y una nariz nueva que llamó la atención a pesar de que la entonces Princesa de Asturias intentaba ocultar su rostro a toda costa y ayudándose del lago flequillo. De poco o nada le sirvió. En 2010 decidió lucir una sonrisa blanca, perfecta y para ello además de ponerse brackets invisibles, se arregló el colmillo derecho que afeaba su fisonomía y que el photoshop de las redacciones tuvieron que disimular en las fotos del su boda.
Desde entonces, hemos visto que la reina luce un aspecto maravilloso a sus cuarenta y cuatro años. Es indudable que esta apariencia puede conseguirse con la inyección de ácido hialurónico y vitaminas que hace que desaparezcan las líneas de expresión. La piel se ve más jugosa y saludable gracias a los hilos tensores. Los expertos en cirugía consultados por esta revista coinciden en que en los últimos meses la reina ha utilizado la toxina botulínica, el silicio orgánico y tocoferol, todo ello para elevar sus párpados y alargar sus ojos, y lucir el aspecto tan distinto y sofisticado que luce ahora.