Francisco Rivera es fiel a sus principios. Es de los que miran al futuro sin recelos y con conciencia. De los que tienden la mano tantas veces como sea necesario para mantener una entente cordial con sus enemigos. No se achica ante la adversidad y rara es la ocasión en la que no acepta una disculpa sincera.
Es el caso de su hermano Julián Contreras al que, me consta, siempre ha protegido a pesar de las traiciones. Francisco ha ejercido de hermano mayor. Pero no sólo en los malos momentos en los que no le ha importado sacudir incluso la billetera para salvarle de las calamidades, sino también en los días dulces. En esos en los que, despojado de los pensamientos funestos, Juliancito sentía que la vida era más que una llantina.
Pero Julián no correspondió tanta generosidad. Consciente de que sus hermanos son un auténtico filón económico, arremetió sin contemplaciones contra ellos. Incluso aprovechó la boda de Cayetano para, en plena resaca ceremonial, comparecer en un plató de televisión para incendiar el ambiente. Lo hizo con su padre, tal vez el instigador perfecto en mercadeos mediáticos. Fue brusco e insolente. Sus declaraciones causaron demasiado dolor pero más decepción. Francisco y Cayetano saborearon la traición con dignidad torera y miraron hacia otro lado. No alimentaron la polémica. No era necesario.
Ambos sabían que el tiempo acabaría dándoles la razón. Y así ha sido. Julián se desmarcaba hace unos días con unas declaraciones inesperadas. Una disculpa vehemente, aparentemente sincera, que le devolvía a la actualidad. Dijo haber errado en su comportamiento y estar convencido plenamente en querer tener una buena relación con sus hermanos. Lejos de enfadarse ante la rentrée, Francisco está dispuesto a volver a hacer borrón y cuenta nueva: «Todo se puede arreglar, por supuesto», dice con convencimiento. Porque sus palabras no suenan a mentira. Son gestos sinceros que demuestran, una vez más, que, a pesar del perfil que algunos se encargan en dibujar, es un hombre genuino para el que la familia es, incluso en la distancia, lo primero.