Karmele Marchante ha sido uno de los rostros emblemáticos de Sálvame. Sin embargo, todo toca a su fin. A partir de ahora, la colaboradora empieza una nueva vida. ¿Es Karmele una de tus periodistas favoritas? Si es así, habrás cambiado de opinión cuando leas nuestras diez razones para odiarla.
Karmele Marchante es muy interesada. De hecho, cuando tenía su web y alguien la contactaba para intercambios o colaboraciones, respondía: “Si no me ofreces dinero, no estoy interesada”.
No mola nada saber que en la nevera de Karmelita se cae un ratón y se desnuca porque tan solo guarda alguna botella de cava, tamaño individual (antiguamente conocida como pitel-lo) y sobres de jamón dulce caducados.
Sabemos que Karmele es aficionada a dar más trabajo del que tienen a los que están ocupados. Es lo que hacía con el portero de su finca, a quien encargaba darle al botón del play de su vídeo para grabar los programas del corazón. Nos consta que eran escasas, por no decir ninguna, las atenciones que tenía con tan amable caballero.
Ojo, porque cuando Karmele te diga que está ahí para lo que necesites, será todo lo contrario. La periodista es de las que no se pone al teléfono cuando alguien la llama insistentemente buscando ayuda urgente.
Pocas ganan a Karmelita a mala compañera. Y es que estamos ante una maestra en el arte de acuchillar en los platós utilizando la información que ha obtenido vía amistad.
El libro de cabecera de Karmele es uno de frases célebres que memoriza a machamartillo para obsequiar al personal con largas peroratas que no entiende ni ella misma.
Son poquísimos los personajes que descuelgan el auricular cuando la Marchante telefonea. La mayoría está en su contra por su afición a la fábula. El resto, simplemente la ignora.
Que en los últimos años Karmele se haya acercado a los sectores independentistas catalanes no es más que una manera de buscarse la vida.
Nos consta que en Sálvame han hecho lo imposible para que Karmelita encontrara su lugar. Sin embargo, ella se ha parapetado en su eterno “Me odian y me hacen la vida imposible” porque le resultaba más cómodo. Y así, trabajo que me ahorro.
Pocas amistades le quedan a la Marchante por su afición al critiqueo y también por sus celos constantes en cuanto al éxito profesional. No le tengan pena, siempre tendrá a Pilar Rahola ¿O no?