Uno de los miedos de doña Letizia se ha convertido en realidad. La reina obsesionada con no fallar a sus hijas en los momentos más importantes de su infancia y consciente de querer ser una madre muy presente en sus vidas, les ha fallado.
Este pasado lunes, se presentaba en el colegio al que asisten las pequeñas el Santa María de Los Rosales, el mercadillo navideño que tiene lugar todos los años, en las instalaciones del centro educativo, y en el que los alumnos, acompañados por sus progenitores y familiares más cercanos, acuden y muestran a sus padres los trabajos manuales y objetos artesanales que han hecho, para luego venderlos entre sus compañeros con un fin benéfico.
Entre los objetos, en el que los alumnos se vuelcan, puedes adquirir desde mermeladas, pasteles y chucherías, hasta manualidades de barro, imanes para la nevera, bolsos y como es preceptivo los adornos navideños de estas fechas, así como material de papelería. Objetos realizados sin excepción por todos los alumnos del colegio que no cuentan con el nombre de los pequeños «artesanos» y que permanecen en el anonimato, pero que indudablemente muestran a sus padres orgullosos, durante los tres días que duran las jornadas abiertas.
Sin embargo este pasado lunes, doña Letizia y el rey Felipe VI fallaron en esta cita anual, al encontrarse fuera representando a nuestro país en Portugal, y es que la obligación va siempre por delante de la devoción, cuando nobleza obliga. A pesar de ello, las niñas, que si estuvieron ¿acompañadas? por media docena de escoltas, disfrutaron de la tarde junto a otras compañeras del colegio, cada una con su grupo de amigas y a pesar de que había más padres, lo cierto es que tanto el personal de seguridad como la presencia de las hijas de los reyes, pasaron completamente desapercibida para esos otros padres, que ya tienen a sus propios reyes y príncipes de sus casas.
Sorprende, desde luego, que doña Letizia no le pidiera a su abnegada madre Paloma Rocasolano que acompañase a sus nietas en un día tan especial para ellas.