A sus treinta y cinco años, Tamara Falcó se comporta como una adolescente. Vive de sus apellidos y trabajar no es un verbo que esté en su diccionario. Así es la hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón. Te la presentamos en estado puro y sin edulcorar. Si te cae bien, tu opinión cambiará cuando leas lo que sigue a continuación.
Que Tamara Falcó sea la hija favorita de Isabel Preysler hace que nos solidaricemos de inmediato con sus hermanas Chábeli y Ana. ¿Por qué a Tami todo se lo disculpa su madre? No lo sabemos pero nos da mucha rabia.
Mientras la mayoría tenemos que trabajar duro para llegar a fin de mes, Tamara Falcó vive sin dar palo al agua. Y todo gracias a sus apellidos, que la llevan del photocall a las exclusivas, y viceversa. Menudo chollo tiene. Cualquier circunstancia de su vida le sirve para ganar dinero.
Pasan los años y Tamara sigue sin quitarse el chicle de la boca. Por favor, un poquito de compasión, no entendemos muchas de las palabras que pronuncia. ¿No podría esta chica ir a un logopeda? Así nos ahorraríamos dolores de cabeza por tanta concentración en descifrar lo que dice.
Qué mareo tenemos con Tamara Falcó y sus cosas del querer. Que no, que algo pasa con ella que el amor se le resiste. ¿Será el pijerío que se gasta el motivo por el cual los hombres huyen de su lado? ¡Pobre Enrique Solís!
Ni cuando habla en serio, Tamara resulta creíble. Son esas palabras que utiliza las que quitan importancia a lo trascendental de su mensaje. Locos nos quedamos al escuchar que de su boca salió el término “gordibuenas”. Virgen Santa del Calmante Bendito, acógenos en tu seno, amén.
Nunca nos creímos a Tamara cuando se manifestaba como una conversa de la religión católica. Esa manera de utilizar a Dios con fines mediáticos nos revolvió el estómago.
¿Cuántas profesiones ha tenido Tamara? Diseñadora, celebrity, wedding planner, experta en moda, enchufada en la empresa de su padre… La lista es larga y arroja un resultado claro: Todavía está por definir, y hasta por hacer, a nivel laboral.
A su edad, treinta y cinco años, Tamara Falcó ha hecho el camino inverso. Vivía sola y ha vuelto a casa con mami y tito Mario. ¿Por qué se comporta como una adolescente cuando ya es toda una mujer?
Pasan los años y Tamara Falcó sigue viviendo una existencia despreocupada y sin obligaciones. ¿Acaso quiere ser la Peter Pan de casa Preysler?
Sabemos de buena tinta que Tamara no es santo de la devoción de Chábeli. Se comprende que su hermana mayor la quiera más bien lejos. Qué castigo verla en acción y recordar que ella es la favorita de mamá, la mimada, la sobreprotegida, y para Chábeli ni las raspas.