Es el empezose del acabose, que diría la tierna Mafalda. Lo más rocambolesco escuchado en tiempos. En plena batalla legal con su todavía mujer, el tenista Feliciano López comparecía en Madrid para aclarar que está atravesando uno de los momentos más felices de su vida. Que nada le importa estar en boca de todos en un proceso legal que puede dinamitar su fortuna. Que él se dedica a ganar partidos en las canchas y a promocionar bebidas alcohólicas siendo deportista de élite. Durante el evento, genialmente organizado por Globally, el toledano se mostró esquivo con las preguntas de los reporteros pero sí confirmó que está abierto al amor: «eso siempre, por supuesto».
Aunque en un principio estaba previsto que Feliciano no atendiera a los medios, finalmente posó y habló. Visiblemente desmejorado, muy delgado, sin ni siquiera lucir uno de los fantásticos trajes de seda del diseñador Juan Avellaneda -que también formaba parte del evento-, y menos sereno de lo que pretendía aparentar, aseguró que lo suyo con Alba forma parte del pasado. Que el libro está cerrado y que, en efecto, cada uno tiene que «seguir con su vida». Aunque breves, sus declaraciones han sido pagadas a precio de oro. Esta revista ha podido saber que el tenista se ha embolsado cerca de 30.000 euros.
A vueltas con el inventario patrimonial
No será la única. Pues Feliciano prepara su desembarco en televisión. También quiere explicar cómo se siente ante una guerra que es también mediática. No hay nada dejado al azar y, en los próximos días, es más que probable que le veamos dando detalles de sus desencuentros con Alba. El próximo será este jueves cuando se tendrán que ver las caras en una vista con el secretario judicial para realizar un inventario del patrimonio del matrimonio. Fuentes solventes me aseguran que, aunque Feliciano se muestra combativo, acabará por aceptar un pacto. Habrá que esperar.