Es imposible referirse a Alessandro Lequio sin hablar de polémica. El italiano y su mujer, la siempre elegante María Palacios, bautizaron a su hija Ginevra en Roma. Un acontecimiento familiar que, según los invitados, fue una auténtica delicia. No solo por el lugar en el que fue celebrado, el Palacio Torlonia, sino por la gran emoción de los padres. También de los amigos, padrinos y familiares.
Sin embargo, la ausencia de Clemente, el hijo que el colaborador de El Programa de Ana Rosa tuvo con la indómita Antonia Dell’Atte, ha hecho saltar todas las alarmas. Hay quien, incluso, alude al interés mercantil del joven para no acudir a un evento familiar tan señalado. Al otro lado del teléfono, Clemente es rotundo. No se anda con contemplaciones, tampoco tiene miedo ni duda. Es un chico joven, con preparación y de formas poco habituales en estos tiempos de perversión educacional: «no tengo ningún problema con mi padre», me espetó.
¿Un motivo económico?
Sobre los motivos de su cacareada no presencia en el bautismo de su hermana también tiene explicaciones. Y más para las críticas recibidas por sus supuestos intereses pecuniarios, es igual de rotundo: «Están diciendo tonterías, idioteces. No fui porque trabajo en Estados Unidos y no pienso en estas tonterías de exclusivas. El bautizo era privado. ¿Qué dinero iba a pedir? Yo trabajo y no vivo de esto», me explica. Unas declaraciones que evidencian su enfado pero que sirven para cerrar filas en torno a su padre y explicar, una vez más, que entre ellos las aguas -de momento- siguen bajando tranquilas. O tal parece.