Belén Esteban y Fran Alvarez se las prometían muy felices cuando decidieron darse el si quiero. La suya era una relación en la que nada era como parecía. Dibujaban una irrealidad de felicidad que, por desgracia, escondía tragedias y desencuentros. Gritos, insultos y peleas. Así recuerda el camarero su matrimonio intermitente con la rubia. Ambos atravesaban graves dificultades durante la época en la que estuvieron juntos. Era una relación tóxica que acabó destruyéndolo todo.
Pasado el tiempo parece que uno y otra han encontrado la estabilidad buscada. Belén perdonó las infidelidades de su novio, Miguel Marcos, y Fran bebe los vientos por una mujer morena con la que se deja ver en actitud más que cariñosa. Es como si, de un plumazo, todo hubiera cambiado. El ejemplo de que hay piezas que nunca encajan por mucho que se intente.
Desde su separación, Fran no ha vuelto a hablar. Parece cubierto con el manto de la invisibilidad. De hecho, ni siquiera fructificaron sus intenciones de convertirse en un Robinson en las listas de Supervivientes. Belén reconoció que había vetado su presencia en el concurso porque sabía que le podía hacer daño. Pero hoy, en su 43 cumpleaños, el equipo de Cotilleo se h puesto en contacto con él.
Nervioso, dubitativo y con evidentes signos de incomodidad. Fran Álvarez ha desterrado al ostracismo a la mujer que ocupó su corazón: «No quiero saber nada de ella. No existe. Y no tengo tiempo para decir nada sobre todo lo que está ocurriendo con Toño. No voy a tener tiempo nunca más en mi vida para hablar de ella, lo tengo claro», responde con contundencia. Desde luego, una declaración de intenciones que deja al descubierto el cambio de vida radical.
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