El día en el que Agatha Ruiz de la Prada fue la otra: Pedro Jota dejó a su primera mujer por ella

Pedro J. Ramírez y Ágatha Ruiz de la Prada se han separado. Todo indica que el periodista se ha enamorado como un quinceañero y ha dicho adiós a la diseñadora. Es posible que a más de uno y de una le sorprenda el proceder del Pedro J. Sin embargo, llueve sobre mojado.

El director de El Español estaba casado con Rocío Fernández, madre de su hija María, y nada hacía presagiar que el barco del amor fuera a hundirse. Pero un día, el periodista cambió su estética y le dio por ponerse gabardinas en verano, sombreros de ala ancha, camisas estrafalarias… Eso fue toda una declaración de intenciones. Sin decir, el periodista estaba enviando señales claras de que algo había cambiado. Su corazón ya no pertenecía a Rocío, sino a Ágatha, y por ella abandonó el hogar familiar.

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La divulgación del vídeo de Pedro J. supuso un gran escándalo mediático. Aunque la diseñadora dijo que apoyaba totalmente a su marido, la realidad era muy distinta. Ágatha y el periodista discutieron mucho. Ella le reprochaba a él que no hubiera sido más cuidadoso para evitar que le cazaran de esa guisa. La diseñadora estaba herida y no soportaba el escarnio en que se había convertido su vida en común. Tanta era la tensión que Ramírez se instaló durante unas semanas en casa de su primera mujer, de la que todavía no se había divorciado. Recuperaron la intimidad como pareja y él la sonrisa. Al contrario que lo que ocurría con la diseñadora, que todo eran caras largas y broncas por lo sucedido, Rocío creo para él un oasis de paz lleno de amor. Parecía que iban a seguir así. Sin embargo, una mañana, un chófer apareció por casa de Rocío para llevarse las pertenencias de Pedro J y ahí se acabó la segunda oportunidad.

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El episodio del vídeo supuso un antes y un después entre el periodista y la diseñadora. Enviaron a sus hijos, Cósima y Tristán, a estudiar al extranjero para que el tsunami mediático no les salpicara. Como pareja, el escándalo marcó el final de una época de complicidad. Aunque decidieron seguir juntos, en parte para no dar la razón a los que apostaban que el suceso iba a dar al traste con su relación, dejaron de compartir. La llama del amor y la pasión se extinguía y empezó una convivencia rutinaria en la que poco o nada tenían que decirse. Y así han continuado hasta ahora, que se ha sabido que lo suyo ya es historia.