Bigote Arrocet es un hombre de negocios. De eso saben mucho quienes están continuamente cerca del humorista. Aunque en España solo se conoce su vertiente actoral -y ahora también la musical tras su paso por Qué tiempo tan feliz- lo cierto es que afronta una realidad empresarial bastante agitada. De carácter afable y dicharachero, a Bigote poco o nada le afectan las polémicas que sobre él se generan. Más bien prefiere no hacer caso a quienes cuestionan sus sentimientos por María Teresa Campos. Ni siquiera las fotografías que ha publicado la revista Lecturas han provocado una agitación inesperada. Todo lo contrario. Para él todo forma parte de una estrategia para hacer daño a la presentadora. Al menos eso es lo que confiesa cuando cree que nadie le escucha.
Se escuda Bigote en la teoría conspiranoica, la misma que sostiene Teresa en privado. Ambos se muestran esquivos ante las preguntas de la prensa pero mantienen que están juntos, enamorados y con la suficiente confianza como para sortear este escándalo sin necesidad de arañarse las piernas. No quieren embarrarse en historias que, según dicen, forman parte del circo mediático, del estruendo televisivo y del papel cuché. Porque si algo es evidente es que la pareja tiene tirón. Se percibe en las portadas de las revistas y en las estadísticas de las plataformas digitales.
Siguiendo la máxima de no dar cuartos al pregonero, Bigote ha decidido poner tierra de por medio. No se va a Chile como algunos han explicado. Edmundo partirá a Canarias para finiquitar algunos asuntos pendientes y, porqué no, también para tomarse unos días de descanso, dejar que el sol broncee su piel y abrase las sombras que consigo lleva. A buen seguro que unos días de desapego sirve para reforzar su relación y conseguir aquello, tan sano como necesario, de echar de menos. Esperemos que nunca se echen de más porque en Cotilleo.es somos fans de esta relación. A la vejez, viruelas.