Ahí está él. Impertérrito ante el polémico devenir de los acontecimientos. Estoico ante el embate de un pasado que parece más presente que nunca. Porque David Bisbal ha hecho Historia al subirse, quince años después, a un escenario junto a Chenoa. Todas las miradas estaban puestas en ellos. Había mucho interés en saber lo que ocurriría cuando la energía fluyera y los recuerdos se agolparan sobre la letra de ese Escondidos que les hizo tocar las estrellas. Lo que ocurrió ya forma parte de la memoria audiovisual de nuestro país. La cobra del almeriense -ahora puesta en tela de juicio por su club de fans- es lo más comentado en una España que forja los cimientos de una reconciliación tardía.
Porque si para algo ha servido el reencuentro de los concursantes de la primera edición de Operación Triunfo es para dejar patente que los españoles adoramos la nostalgia. Nos sentimos cómodos anhelando aquello que un día nos hizo felices. Quizás por eso sería un acierto que TVE diera una nueva oportunidad al concurso musical que lo cambió todo. También la vida de Bisbal que, estos días, vive atrapado entre presente, pasado y futuro.
La última en aparecer ha sido Elena Tablada que, durante un acto de Halloween celebrado en el Parque de Atracciones de Madrid, aseguró que no había visto ninguno de los especiales de Operación Triunfo. Tampoco acudió al concierto en el Palau Sant Jordi y, lo más llamativo, se llevó a su hija a Miami aprovechando el puente de Todos los Santos. Un derechazo inesperado para el cantante que no tuvo el apoyo de Ella en uno de los días más importantes de su trayectoria musical.