Cinco días más en el corredor de la muerte: Pablo Raez será trasplantado el próximo viernes

“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”, a estas palabras que pronunció el Dalai Lama se ha aferrado como un mantra Pablo Ráez. Tenía 18 años cuando la leucemia llamó a su puerta. El tratamiento fue un éxito. Estaba limpio. Sin embargo, otra vez el destino volvió a hacer de las suyas y la enfermedad regresó dos años más tarde.

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Lejos de mecerse en la tristeza, Pablo Ráez se activó. No iba a dejar que la leucemia arruinara su vida. Fuerte y decidido, compartió su historia a través de las redes sociales. De repente, una cadena de simpatía y empatía se desató hacia este joven. Todos querían saber más de ese hombre que lanzaba mensajes llenos de aliento y positividad aún en su peor momento. Y se viralizó, él, su historia y sus retos. ¿Quién no sucumbiría ante la esperanza de la desesperanza?

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Día a día, este malagueño ha compartido sus rosas y espinas. Igual anunciaba que quería casarse con su novia, como abogaba por la donación de médula. Su llamada ha tenido más fuerza que cualquier campaña publicitaria para captar donantes. Su estilo de vida, sano y deportivo, ha sido un golpe en la cara para todos los que aprovechan la enfermedad para descuidarse. Él no. Sabe la importancia de seguir unas reglas. Al fin y al cabo, el sedentarismo no conduce a nada.

Un día, concretamente el pasado 10 de octubre, Pablo anunció “Tengo un donante”. La publicación en Facebook ha sido compartida 33.191 veces y ha obtenido más de 190.000 reacciones. Y fue en este post donde el malagueño reveló el secreto de su éxito: “Me preguntan de dónde saco la fuerza, de dónde saco las ganas de vivir, como siempre tengo esa sonrisa a pesar de las dificultades. No temo a la muerte y soy libre, de ahí me viene toda la fuerza. Cuando dejas de tener miedo eres libre. Solo tengo ganas de vivir y ser feliz. Cada momento es tremendamente único. Ama la vida, sonríele y disfruta de cada instante”.

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La cuenta atrás ya ha empezado para Pablo. El viernes 4 de noviembre se somete a un trasplante de médula. Está contento pero no oculta la incertidumbre cuando piensa en cómo irá todo. No es solo la intervención, después tocan las sesiones de quimioterapia, los medicamentos que acompañan este tratamiento, que no son flojos, los días de aislamiento en las cámaras de trasplante… Y, lo más importante, ¿habrá rechazo? Aunque sabe que la posibilidad existe, no se recrea en ella.

Vuela en un trineo mágico cargado de sueños y esperanzas por cumplir. Por donde pasa, sus seguidores en las redes le saludan, le dan ánimos y le dicen “Estamos contigo”. Y él sonríe. Se siente feliz cuando descansa en ese colchón de amor que han tejido personas a las que ni siquiera conoce. Porque Pablo es la fuerza de la vida, por eso ha impactado tanto, por eso su mensaje ha calado tan hondo. Y sí, de fondo suena “A mi manera”. Imposible no escuchar esa letra: “El fin muy cerca está lo afrontaré serenamente…” pero Pablo Ráez mira al cielo y dice que escuchará la canción mañana. ¿De qué están hechos los sueños? De algodón de azúcar con un toque de este gladiador que piensa seguir en la arena hasta que Dios quiera.