En el otoño de su vida a la reina emérita le reconfortará leer Sofía. La reina (La esfera de los libros). Sin duda, agradecerá que su autora, Pilar de Aristegui, haya centrado gran parte del libro en su labor de cooperación y desarrollo. A ello ha dedicado una buena parte de su reinado. Está fuera de toda duda su entrega para que el mundo sea un lugar un poquito mejor. El aguante a los más desfavorecidos lo ha hecho dando visibilidad a proyectos que, en sus inicios, parecían descabellados. También con su respaldo a los responsables de estas iniciativas.
Si algo tiene doña Sofía es su sensibilidad. En diferentes ocasiones ha roto el protocolo para acercarse a alguien que la reclamaba. Le conmueve la determinación de las personas que, aunque rotas por el dolor, buscan en ella esa bocanada de aire fresco para seguir adelante. Es este rasgo el que la ha convertido en alguien muy cercano, de ahí que desde que aterrizara en España, muchos, entre los que se incluyen un puñado de no monárquicos, hayan sentido una corriente de simpatía hacia ella.
La autora de Sofía. La reina (La esfera de los libros) Pilar de Aristegui, ha señalado: “No quisiera que este libro fuera una hagiografía de un personaje de la realeza, sino la crónica de un ser humano con responsabilidades reales que ha tenido siempre presente la importancia del cumplimiento del deber, el servicio a los demás y que ha vivido y sufrido las adversidades de la existencia con entereza y dignidad”.
El Padre Ángel, autor del prólogo, recuerda así a doña Sofía: “La conocimos joven, refulgente, madre y hoy la vemos iniciándose en la edad de la serenidad, de nuevo iluminada y, sobre todo, digna y fuerte. Quizá por saberse abuela, quizá por haber podido también ella abdicar de alguna manera tras haber ejercido de reina lo mejor posible durante tanto tiempo”.