Los Rivera en pie de guerra contra la Pantoja: ninguneados, se quejan del abuso del nombre de Paquirri

La boda de Kiko Rivera e Irene Rosales está reviviendo los fantasmas del pasado. Ese tiempo ya vivido que, por la inercia de la vida, vuelve con más fuerza que nunca. No es de extrañar que, además de los invitados al fiestón carnavalero en la que se convirtió su enlace matrimonial, se cuenten también las ausencias. La más destacada es, sin duda alguna, la del padre de la novia, enfermo pero con autonomía suficiente para desplazarse hasta la finca en la que tuvo lugar la celebración. Me cuentan que más que por su dolencia, el padre de Irene plató a la familia para demostrar su descontento ante una unión en la que no cree. Él ha visto a su hija derramar lágrimas de impotencia tras las deslealtades confesas de Kiko y, como padre, prevalece la protección al mercantilismo.

Aunque en público intentarán mantener las formas, en privado los Rivera menos queridos afirman sentirse ninguneados y hartos por el trato que siempre se les dispensa

Pero también hubo desapariciones más que señaladas. Ningún miembro de la parte denostada de la familia Rivera fue invitado a acudir. Es evidente que las relaciones nunca fueron buenas, pero el desplante categórico de Kiko hacia sus orígenes es cuanto menos sorprendente. Especialmente molesto está Riverita quien, en tiempos revueltos, siempre fue el más misericorde con Paquirrín. De alguna manera mostró comprensión o menos beligereancia ante los embistes de unos y otros. Pero no solo él está molesto.

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Isabel Pantoja y su hijo Kiko Rivera haciendo uso de las imágenes de Paquirri

Aunque en público tienen intención de no hacer excesivo escarnio, se sienten ninguneados y apartados de la vida de Kiko por la estudiada alienación de Isabel Pantoja. Me aseguran que las espadas están en alto y que no perdonan a la tonadillera que hiciera uso y abuso de imágenes de Paquirri para dotar de sensiblería barata la exclusiva de la boda. Están hartos de que el muerto de la vuelta al ruedo solo cuando a ella le interesa. Sobre todo porque aún retumba en sus cabezas la famosa intervención telefónica en la que Isabel, presa de los nervios, abominaba de Los Rivera. Por aquel entonces pedía clemencia a los medios. Exigía respeto y que se dejaran de emitir las imágenes de la cogida que acabó con la vida de su marido. Pero ahora utiliza su nombre para dar mayor empaque a una exclusiva teñida por la polémica.