No están siendo buenos tiempos para Cristina, señora de Urdangarín. Al exilio impuesto por Casa real y al cordón sanitario que impuso su hermano, el rey Felipe VI, hay que sumarle -o más bien restarle- las amistades que un día saboreaban las mieles del matrimonio y que ahora han puesto pies en polvorosa. De aquellas amistades peligrosas que no se separaban de ellos, ya no queda ninguna.
Pero sí están a su lado los verdaderos colegas. Alexia de Grecia, Marie Chantal o Lorenzo Caprile, fieles amigos de infancia y adolescencia, que no han dudado en mostrar su apoyo públicamente, a pesar de saber que la imagen de Cristina de Borbón está notablemente deteriorada. Algo parecido sucede con la familia Urdangarín. Su hermana Ana, no sólo apoya a su hermano y su cuñada, sino que fue el único familiar que les acompañó durante las largas jornadas judiciales haciéndoles más liviano incluso los recesos entre declaración y declaración.
Por contra, poco podemos decir de Doña Sofía y la Infanta Elena que sufrió en primera persona el destierro de la familia real, al relegarla de sus actividades públicas y por tanto del sueldo extra que recibía de Casa Real. Agenda, que ha retomado recientemente, consciente el consejo de sabios de la importancia y el papel diferenciador de la Infanta que suma a la institución, no sólo deteriorada por el matrimonio Urdangarin sino por el rey emérito que en los últimos años de reinado estuvo rodeado de escándalos y actitudes nada propias de su dignidad.
El entorno más íntimo de la Infanta ha cerrado filas en torno a ella, sabiendo que su imagen está cada vez más debilitada
Vicky Fumadó, que probablemente sea la mejor amiga de la ex Duquesa de Palma, y Marta Mas, a las que conoció durante su época de estudiante, han sido su pañuelo de lágrimas donde la propia Infanta se ha podido desahogar, porque antes que Infanta es persona, y ahí reside el error. Su posición social le impone la condición de ser Infanta en primer lugar y estar a la altura de las circunstancias, evitando poner entredicho la institución monárquica.
De cualquier modo, y conocedores del sufrimiento de la Infanta, sus más íntimos han cerrado filas entorno a Cristina para protegerla una vez más en una fecha en la que acaban de celebrar su decimonoveno aniversario de boda, un aniversario marcado por una calma tensa a la espera de conocer la sentencia por el juicio que hizo saltar por los aires los cimientos de una institución.